El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mostrado su convencimiento de que Rusia se prepara para invadir Ucrania, pero ha advertido sobre las consecuencias que implicará este movimiento: "Creo que pagará un alto precio por ello, algo de lo que ahora no es consciente, y creo que se va a arrepentir de ello [...] Será un desastre para Rusia, ya que nuestros aliados y socios están listos para imponer sanciones severas y castigos significativos que harán gran daño a Rusia y a la economía rusa".
El precedente se encuentra en el año 2014, cuando Rusia invadió Ucrania y se anexionó la península de Crimea. Estos hechos generaron un conflicto armado en el este del país que ahora vive una escalada de tensión, con el ejército ruso practicando maniobras en plena frontera.
La sensación en el seno de la Unión Europea es de seria preocupación ante la posibilidad de vivir un conflicto armado en el corazón del Viejo Continente. Hay un temor real de que Europa vuelva a vivir una guerra de proporciones similares a las que implicó la desintegración de Yugoslavia.
La mayor parte de Ucrania, mientras tanto, muestra su intención de alejarse de la influencia de Moscú. El deseo de integrarse en la OTAN está recogido en su Constitución y cada vez hay más ciudadanos que muestran su interés por que el país se adhiera a la Unión Europea.
Esta falta de apoyo a las intenciones expansionistas de Rusia en Ucrania (al contrario de lo vivido en otros países como Bielorrusia), ponen en jaque el futuro de sus intenciones. Sin embargo, todos los actores internacionales ya están moviendo ficha ante lo que pueda suceder.
El próximo movimiento de Putin no está claro, pero existe temor por el hecho de que el Kremlin ha movilizado demasiados recursos para dar ahora marcha atrás sin realizar ningún tipo de movimiento. El gobierno de Biden, mientras tanto, espera la respuesta de Moscú que podría variar: la incursión militar en Ucrania, ataques cibernéticos, campañas de desinformación o, como considera más probable, una combinación de ataques híbridos.Suecia, por ejemplo, ha desplegado cientos de tropas para reforzar la isla de Gotland, un enclave crucial en el mar Báltico, después de que el ministro sueco de Defensa, Peter Hultqvist, advirtiera de que el país escandinavo podría ser atacado durante la afrenta rusa. Dinamarca, por su parte, también ha reforzado su presencia en la región.
Pero la principal preocupación se centra en las maniobras que Moscú podría estar desempeñando para tratar de dividir y desestabilizar Europa, sacudiendo el equilibrio de poderes existente en el Viejo Continente a favor de los intereses del Kremlin.
Poder territorial
Moscú ha mostrado su intención de recuperar el poder territorial y la influencia sobre el este de Europa de la que disfrutaba antaño. La posible adhesión de Ucrania al eje occidental es un gesto que, sin lugar a duda, supone un desafío a sus intenciones.
De hecho, el presidente ruso, Vladimir Putin, ya ha advertido a la OTAN de que debería prohibir a Ucrania y el resto de países que formaron parte de la influencia soviética su entrada en la organización, a la que ha acusado de "socavar la seguridad regional".La OTAN se ha negado en rotundo a seguir sus peticiones y las tres cumbres celebradas durante la última semana entre Rusia y los aliados occidentales no han servido para alcanzar ningún punto en común que sea de interés.
La duda sobre las sanciones
Falta comprobar también qué sucederá con las posibles sanciones que se impondrán a Rusia y que se podrían acordar antes del próximo 24 de enero, en la próxima reunión de ministros de Relaciones Exteriores en la Unión Europea.
No es sencillo: varios países de la UE también contemplan que imponer sanciones puede provocar un daño en sus propias economías. Sobre todo, por la dependencia del suministro de gas, que ya mantiene unos precios muy altos para los hogares del Viejo Continente y que ahora podrían dispararse como moneda de cambio.
El gobierno estadounidense, por su parte, está buscando formas de suavizar ese impacto energético, mientras que apresura a la UE para que adopte una posición firme sobre las sanciones, conocedor de que deben ser aprobadas unánimemente por todos los países miembros.
En este sentido, Washington apremia a actuar cuanto antes e indica que el Kremlin "va a preparar el terreno para tener la opción de inventar un pretexto para la invasión", tal y como sucedió en 2014: culpar a Ucrania por un ataque que, en realidad, habría llevado a cabo Rusia. El Kremlin, por su parte, señala que este vaticino es "infundado". Sea como fuere, todos los actores implicados mueven ficha preparándose para cualquier posible escenario.
Fuente: Adrián Parrondo (Los Replicantes)
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