La empresa farmacéutica estadounidense Pfizer pidió colocar en forma de garantía activos soberanos incluyendo propiedades públicas, embajadas, bases militares y reservas de bancos a los países de América latina y del Caribe compradores de su vacuna. Esto, como “resguardo ante eventuales demandas por posibles resultados adversos (léase muerte o discapacidad) tras la aplicación de las dosis”.
Así reza la información que da cuenta de las “exigencias” de Pfizer para entregar su vacuna a quienes ya adelantaron acuerdos con el mecanismo COVAX creado ex profeso por Bill Gates, sus socios mil millonarios, el Foro de Davos y los estados europeos implicados en el “descarrilamiento” de la Pandemia del Covid-19.
La "intimidación de alto nivel" no fue obstáculo para que los gobiernos corruptos y genuflexos de América latina decidieran acatar, en la “sombra”, las imposiciones de la empresa farmacéutica con sede en Nueva York. Lo que supone, como en el caso de Perú, ceder en su soberanía aceptando que, ante controversias, sea un tribunal arbitral u otra jurisdicción la que pueda tomar decisiones.
Por algo digo que “Perú siempre primero”. Sobre todo, en entreguismo, claudicación, corrupción y cobardía. Los peruanos deben prepararse porque gracias a sus gobernantes transparentes y honrados su territorio, sus propiedades y sus reservas pueden ser confiscados gracias a la muerte o la discapacidad que les ocasione la vacuna Pfizer a sus pobladores. En igual situación están otros ocho países en América Latina y el Caribe a los que Pfizer impuso su vacuna: Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Uruguay. En ninguno de estos países los detalles de los acuerdos se han hecho públicos. La gente no sabe nada de nada. Argentina y Brasil estarían en proceso de revisión de sus “contratos” tras nuevas imposiciones planteadas por el gigante farmacéutico, que, dicho sea de paso, no tiene pierde ni antes ni durante ni después.Y esto, porque fueron los Estados los que hicieron “la chanchita” para el financiamiento de su vacuna y los estudios “científicos” de BioNTech. Este gigante de las “investigaciones” es propiedad de una pareja turco-alemana. Del inmigrante turco Ugur Sahin hijo de un obrero turco que emigró a Alemania. Este es el dueño y director de BioNTech y es uno de los 100 alemanes más ricos con 55 años de edad. Su esposa y socia en la empresa es Öezlem Türeci, de 53 años de edad, hija de un inmigrante turco dedicado a la medicina.
La empresa BioNTech que codirigen de la mano con Bill Gates y la OMS espera vender este año vacunas contra el coronavirus por un valor total de 15.000 millones de dólares. Pero ya recibió subvenciones del Gobierno alemán por más de medio millón de de dólares. En un año, el valor de mercado de la empresa en la bolsa de valores Nasdaq pasó de 4.600 millones a los 21.000 millones de dólares gracias a sus “investigaciones” para la vacuna contra el Coronavirus.
Fuente: Rubén Ramos Alizorojo (Barómetro Latinoamericano)
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