En plena crisis de la pandemia, el que se supone tiene que estar al 100% como el primer responsable en sanidad en el reino de España, comparte su gestión entre las elecciones catalanas y la gestión del covid-19.
Está claro que, en la política española, se prima más la obediencia al líder o al aparato, y no los méritos para la tarea que se le asigna. Salvador Illa, actual ministro de sanidad, se licenció en Filosofía en la Universidad de Barcelona y tiene un máster en Economía y Dirección de Empresas. Un caso parecido ocurre con la candidata al ministerio que deja el filósofo, es hora de poner a una abogada, Carolina Darias.
Dicho lo anterior, ¿Cómo se puede explicar que una persona, no teniendo nada que ver con la salud, le pongan a gestionar la sanidad del reino? Sería más coherente el asignar al Ministerio de Sanidad a una persona que, por lo menos, haya hecho algún cursillo de primeros auxilios.
Ahora, como se ha indicado al principio, se le ordena ser candidato a la presidencia de la Generalitat de Catalunya. Sustituye a Miguel Iceta. Lo máximo que ha ganado ha sido alguna partida al dominó con los que le doran la píldora y que, por cierto, se le asignará un ministerio, el de Política Territorial, para así seguir viviendo de la sopa boba y premiándolo por no haber ganado ni unas elecciones en Catalunya.
Esto demuestra lo que es ser político en España, y lamentablemente, se da en la totalidad de los partidos políticos del país. Si eres una persona sumisa y leal al aparato, y fundamentalmente, acatar todas las directrices que el líder de turno decida, tendrás un futuro extraordinario en el partido que elijas. Da lo mismo la ideología que tengas, lo importante es que seas una oveja en el rebaño y ser lo suficientemente corrupto como para acatar las ordenes, aunque sea para defender que se mantenga la pobreza extrema en beneficio de la elite del momento.
Fernando Infante
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