Como era de esperar y se está demostrando, el control sobre las diferentes vacunas de ERNm para la cura de la pandemia muestra sus efectos más dañinos. El poco tiempo en que se han creado, ha dado como resultado muertes en países como Israel, Noruega, Bélgica, Suiza, Alemania, EEUU, México, Portugal, Bulgaria y otros países más.
Las vacunas de ARN mensajero (ARNm) son las aprobadas por La Agencia Europea del Medicamento contra el COVID-19, siendo las más conocidas la Comirnaty (Pfizer/BioNTech) y la vacuna de Moderna, autorizadas y comercializadas en la Unión Europea.
Tan solo en Noruega han muerto 23 personas después de de inyectarles la primera dosis de la vacuna con ARNm,,siendo las víctimas principalmente, personas mayores de 60 años. Debido a estos sucesos, la Agencia Noruega de Medicamentos y el Instituto Nacional de Salud Pública, a través de investigaciones, han determinado que hay reacciones graves en personas ancianas y frágiles y efectos secundarios también graves.
El Instituto Paul Ehrlich por su parte, por medio de Klaus Cichutek, nos dice que “De acuerdo con el estado actual de los conocimientos, no hay pruebas de que las vacunas aprobadas anteriormente sean eficaces contra las mutaciones del virus que han surgido ahora”.
A todo esto hay que sumar la poca transparencia por parte de la Unión Europea, ésta niega el acceso a los contratos de compra de las vacunas Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Recordemos que han costado enormes cantidades de dinero a fondo perdido, además de redactar legislación para exonerar de cualquier responsabilidad a a la industria farmacéutica que desarrollan estas vacunas.
Estos son solo algunos datos sobre la crisis global de la pandemia. Los medios del sistema se esfuerzan en bombardearnos con noticias positivas sobre estas cuestiones, pero tan solo algunos medios informan sobre lo que realmente pasa en lo negativo. Nos da una muestra de que la democracia del capital no es más que una palabra sin significado.
Fernando Infante
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