Europa avanza hacia una peligrosa transformación: de proyecto civil y democrático a potencia militarista. Con la excusa de una supuesta amenaza rusa, la UE planea destinar 800.000 millones de euros a la industria armamentística, mayoritariamente en beneficio de empresas estadounidenses, bajo el lema “ReArm Europe” promovido por Ursula von der Leyen.
El rearme, la reintroducción del servicio militar y la militarización de la sociedad se presentan como vías necesarias para consolidar unos Estados Unidos de Europa mediante el sacrificio bélico, siguiendo una lógica histórica sangrienta.
El discurso belicista ya ha sido asumido por líderes como Macron, Tusk, Merz y Starmer, y se extiende por medios, intelectuales y políticos. Italia, atrapada en su tradicional oportunismo político, lidia con una ciudadanía mayoritariamente contraria a la guerra y al rearme. Mientras tanto, partidos como el de Meloni, el PD o la Liga juegan con discursos ambiguos, votando finalmente por el rearme, pese al rechazo popular.
Este contexto va acompañado de una retórica nostálgica de valores viriles y militares, evocando ecos del fascismo. Incluso sectores progresistas y de izquierda, bajo el paraguas de una unidad europea, apoyan manifestaciones que en realidad encubren un proyecto centralizador y militar liderado por los Estados más poderosos del continente.
En paralelo, Donald Trump amenaza con retirar el apoyo estadounidense a la OTAN, mientras traslada armamento nuclear al continente europeo, alimentando un escenario geopolítico inestable. En este marco, las burguesías europeas ven en la militarización una vía para afianzar su poder y autonomía frente a EE.UU., consolidando una UE imperialista capaz de rivalizar con Washington, Moscú y Pekín.
Los gobiernos europeos buscan reestructurar la UE a través del fortalecimiento militar y la centralización política, relegando otras prioridades como la justicia social o la transición ecológica. El informe de competitividad de Mario Draghi se convierte en guía de esta agenda, que incluye impulsar la energía nuclear, debilitar políticas verdes y transferir recursos públicos al complejo militar-industrial, repitiendo la lógica de austeridad que empobreció a países como Grecia.
En definitiva, el rearme europeo no solo representa un riesgo de guerra real, sino también una amenaza para las democracias europeas. Bajo la bandera de la unidad, se oculta un plan de militarización autoritaria y jerárquica, que responde más a intereses económicos y geopolíticos que al bienestar de los pueblos. Ante esta barbarie en ciernes, el autor aboga por resistir simbólica y concretamente, desnudando la retórica de la “Fortaleza Europa” y su ejército como una trampa disfrazada de integración.
Fuente: Massimo Varengo (Umanita Nova)
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