Los indicadores adelantados de actividad no invitan al optimismo sobre la economía europea. La industria del Viejo Continente lleva varios meses de capa caída y, ahora, también el sector servicios se suma al enfriamiento.
El descenso del indicador compuesto PMI a los 47 puntos es una obvia señal de preocupación: cualquier lectura por debajo de 50 indica descenso de la actividad. Algo compatible, en todo caso, con la perspectiva de una contracción económica en Alemania (el FMI prevé una caída del PIB del 0,3% en el año) y un crecimiento escaso en Francia (0,8%).
España, por el contrario, aparece como alumno aventajado con una previsión del 2,5% de acuerdo con el Fondo. Pero no hay muchos motivos para congratularse. Los datos, en teoría, deberían provocar que el BCE se lo pensara dos veces antes de subir los tipos de interés este 14 de septiembre. Los mercados de futuros han recortado la probabilidad de este movimiento, que a diferencia de otras veces no está predeterminado: Christine Lagarde ya adelantó antes de verano que cualquier decisión dependería de los datos. Y estos señalan que las subidas de tipos están cumpliendo su función primaria: se ha endurecido la concesión de préstamos bancarios y la economía se ralentiza acercándose a la recesión, incluso más rápido de lo previsto. Es la fórmula, rudimentaria, con la que el BCE quiere cortar el brote inflacionista. Pero no termina de funcionar, porque los precios se resisten a bajar. La misma encuesta que indica la caída de actividad arroja también subidas de costes para las empresas, ligadas tanto a los suministros como a los salarios. La ecuación para el consejo de gobierno del BCE, últimamente algo sesgado hacia el lado de los halcones (el movimiento tiende a ser pendular) no es tan sencilla como podría parecer.
Más allá de las perspectivas de los tipos de interés, los datos son por sí mismos una amenaza para España. La economía doméstica está superando 2023 con menos inflación y más crecimiento. Pero ya en el segundo trimestre el sector exterior pasó de acelerar la economía (como hizo hasta marzo) a lastrarla. Si las perspectivas sobre nuestros principales socios comerciales se cumplen, este lastre irá a más. Y sin el tirón de los mercados exteriores, a la economía le resultará más complicado capear los vientos de cara de los tipos de interés y de una cesta de la compra que no sube al ritmo del año pasado, aunque se ha estabilizado en niveles que superan en un 13% los de mediados de 2021.
Fuente: Cinco dias
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