Desde su creación en 1975, la CEDEAO ha intervenido militarmente en siete oportunidades, la última en 2017 en Gambia, y sus líderes están muy lejos de exigir respeto a la democracia a nadie. Por ejemplo, el presidente marfileño Alassane Ouattara, el primer mandatario mejor pago del mundo, faltó a la constitución sobrepasando el límite de mandatos. El año pasado asumió su tercer mandato consecutivo, lo que está totalmente vedado por la carta magna.
En julio del año pasado un extraño suceso se registró en el aeropuerto de Bamako, capital de Mali, con el arribo de 50 militares marfileños armados, sin ninguna autorización. El hecho provocó un serio roce entre el presidente Ouattara y el jefe de la junta militar de Mali, el coronel Assimi Goita. Los militares marfileños, tras un juicio por “complot contra el Gobierno”, entre otros cargos, fueron condenados, muchos, a 20 años de prisión y en algunos casos a muerte, aunque terminaron siendo indultados en el mes de diciembre. Si bien nunca fue confirmado, se cree que los soldados de Costa de Marfil iban a formar parte de un golpe contra la junta malíense.
Otro de los grandes fogoneros de la intervención en Níger para restablecer la democracia es el presidente senegalés, Macky Sall, quien en julio de este año reprimió ferozmente las grandes protestas que se produjeron en su país cuando se conoció su voluntad para postularse a un cuarto mandato, represión que causó decenas de muertos y cientos de heridos. Además de prohibir el principal partido opositor Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (PASTEF) y encarcelar a su máximo referente Ousmane Sonko.
El actual presidente de la CEDEAO y a la vez presidente de Nigeria, Bola Tinue, quien asumió ambos cargos apenas dos meses atrás, necesita mostrarse frente a Occidente como un hombre fuerte y ansioso de liderazgo, por eso ha sido el principal impulsor de la opción armada para resolver la cuestión de Níger. El demócrata nigeriano cuenta en hoja de servicios, previo a convertirse en presidente, en su paso por Chicago, de haberse enriquecido gracias al lavado de activos provenientes de las actividades de sus dos connacionales Abiodun Olasuyi Agbele y Adegboyega Mueez Akande, poderosos traficantes de heroína. Más tarde Tinue se convertiría en un colaborador del Departamento de Estado norteamericano a la hora de señalar quién es quién en el contexto de África occidental.
En el marco de la acosada realidad nigerina no hay que olvidar el origen de esta crítica situación, mientras el ejército concentra sus esfuerzos para la posible embestida de la CEDEAO, las khatibas fundamentalistas incrementaron sus acciones. Desde el golpe ya se han registrado seis ataques.
El más importante se registró el miércoles de la semana pasada en cercanías de la frontera con Mali, provocando la muerte de 17 soldados y 20 heridos, cuando la columna viajaba entre Boni y Torodi en la región de Tillabery, epicentro de la actividad terrorista en Níger. En respuesta el ejército localizó a una unidad de muyahidines consiguiendo neutralizar a 100 milicianos y destruir más de 50 motocicletas, medio de locomoción preferido por los terroristas del Sahel.
Al menos 28 civiles murieron a principios de esta semana en cuatro departamentos del área de Tillabery en lo que habría sido una acción del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), que está aprovechando la cobertura que le brinda la CEDEAO en espera de que la moneda termine de caer.
Fuente: Guadi Calvo (Rebelión)
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